Ante una sociedad que poco a poco va transformando los valores morales, en donde el yoísmo (es poner el “yo” primero antes que a los demás, en donde prevalece el bienestar personal sin importar lo que piense o sienta el otro), toma fuerza dejando de lado al prójimo. Se hace necesario crear instancias que permitan principalmente a los jóvenes-adultos integrarse plenamente con Dios, con su familia y con los demás, a fin de redescubrir y hacer vivos los valores que le permitirán ser una mejor persona y un mejor cristiano con un sentido de “pertenencia” profundo y sincero hacia el otro.
Nuestro carisma es el servicio a través del amor. El que hemos recibido gratuitamente de Dios, y que transmitimos a nuestro hermanos con humildad y desinteresadamente, con paciencia y sin envidias, debiendo ser comprensivos y flexibles ante las actitudes de los demás, todos aquellos quienes comparten nuestras diversas experiencias de vida.
A través de estas vivencias personales reconocemos el paso de Dios en nuestras vidas y de cómo esa fuerza que nace del Espíritu nos impulsa a superarnos y así alcanzar nuestros objetivos.
